La Guerra de Arauco fue el enfrentamiento que se dio por casi tres siglos entre los Mapuches y los hispano-criollos, y posteriormente con los chilenos. A lo largo de la guerra hubo períodos de mayor y de menos intensidad.
La guerra puede ser dividida en las siguientes etapas:
- Guerra Ofensiva: desde la llegada de los españoles hasta el desastre de Curalaba en 1598.
- Guerra Defensiva: de 1612 a 1626.
- Guerra Ofensiva: de 1626 a 1662
- Sistema de Parlamentos: desde 1654
Este desastre marcó el fin de la Conquista. Curalaba también constituía el mayor revés para los españoles en tierra americana, ya que el terreno perdido no volvería a recuperarse, efectivamente, en los doscientos años siguientes. Una de las primeras medidas tomadas por la corona española para ordenar el descalabro generado tras Curalaba, donde muchos asentamientos terminaron saqueados y totalmente destruidos, fue el nombramiento de un hombre con experiencia en la resolución de conflictos: Alonso de Ribera. Este militar español se había destacado en las guerras de Italia y de Flandes y parecía ser la persona idónea para pacificar una de las zonas que más problemas, bajas humanas y pérdidas de recursos habían ocasionado a los españoles.
Tras su arribo al país, el nuevo gobernador constató la existencia de un ejército improvisado y carente de disciplina militar. Por ello, Ribera fijó como uno de sus primeros objetivos la profesionalización de las tropas. Así, aplicando un estricto régimen y organización interna, consiguió ordenar a los militares.
En 1604 el rey de España Felipe III emitió una Real Cédula que autorizaba la creación de un ejército permanente en la región y el envío de dinero y especies desde el virreinato del Perú para apoyarlo. Gran parte del dinero sería destinado a financiar los sueldos de los soldados.
Al mismo tiempo, Ribera logró definir importantes tareas al interior del ejército y levantar una serie de fuertes en la zona norte del río Biobío, estableciendo una especie de frontera entre los españoles y los indígenas combatientes. Esto calmaría los enfrentamientos entre los bandos, los que se limitarían a las malocas (entradas violentas de españoles en zona mapuche para buscar esclavos) o a los malones (asalto de los indígenas a los asentamientos españoles).
Debido a la falta de indígenas para el trabajo en las haciendas, la Corona decretó en 1608 la esclavitud de los aborígenes detenidos en la guerra, y su valor era repartido entre el gobernador, los oficiales y los soldados. Con esto, el concepto de esta guerra fue cambiando, organizando expediciones con el pretexto de atacar a aborígenes subversivos; pero el verdadero motivo era capturar esclavos, lo que se conoció con el nombre de malocas. Los aborígenes, por su parte, efectuaban malones o ataques sorpresivos a las estancias o lugares fronterizos para robar ganado, mujeres y niños.
El comercio y el mestizaje
A pesar de la violencia existente entre aborígenes y españoles, desde su primer encuentro tuvieron necesidad de intercambiar bienes y productos. Los aborígenes se inclinaban por los artículos de hierro, géneros y baratijas; pero por sobre todo les interesaba el aguardiente y el vino. Por su parte, los españoles, requerían ponchos, alimentos y ganado. Durante el siglo XVIII el comercio entre los dos bandos estaba absolutamente organizado.
El contacto entre ellos los llevó no solo a adquirir productos materiales, sino a mezclarse unos con otros. Los españoles vivían con varias indias, mientras los indígenas tomaban prisioneras a mujeres blancas. Con esto, se llevó a cabo un largo proceso de mestizaje; el mestizo se convirtió en el símbolo de la unión entre dos pueblos.
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